Son propuestas que estimulan a los niños/as a investigar, promueven la capacidad de observar, manipular, indagar y ponen a prueba las hipótesis que ellos elaboran. La experimentación con los elementos de la vida cotidiana contribuyen al conocimiento del mundo natural que los rodea.
Los niño/as de 3 años (en algunos casos hasta de 2 años) logran explicar lo que hacen enriqueciendo su vocabulario al incorporar en forma natural la terminología científica desde los primeros años de su infancia, logrando así desarrollar pensamiento, lenguaje y comunicación.
Los aprendizajes son realmente significativos, pues surgen del propio interés del niño/a e involucran ellos mismos a sus familias en el proceso educativo.
Podemos afirmar que se trata de un modelo pedagógico que sitúa al niño/a como un sujeto de derecho, activo en la construcción de sus aprendizajes, a su ritmo, sus tiempos y sus potencialidades.
Estos proyectos potencian la creatividad de los niños/as, que sabemos son investigadores natos, así como la capacidad de interactuar con sus pares y adultos. Se debate, se confrontan ideas, se argumenta y explica, se resuelven conflictos colectivamente, contribuyendo indudablemente al desarrollo de ciudadanos críticos.
Es importante resaltar el cambio de actitud de los adultos en estos proyectos, instalados en una pedagogía de las oportunidades y reconociendo el potencial del niño. El educador pasa a ser un guía del niño/a, que lo acompaña en sus búsquedas, en el planteo de interrogantes, de hipótesis, de soluciones, desde el respeto de sus interés y conocimientos previos.
La planificación de estrategias didácticas, también se ha modificado, dando lugar al orden, a la secuenciación, al seguimiento y sistematización del proceso, a la reflexión sobre la práctica y al involucramiento de todo el equipo de trabajo desde la corresponsabilidad.